Además de fiestas, el fin de año trae consigo el inicio del Trastorno Afectivo Estacional (TAE), un padecimiento que, si bien no es generalizado, de acuerdo con datos del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), se presenta con mayor frecuencia en mujeres entre los 25 y 30 años.

“Se relaciona con la disminución de luz solar que sucede entre octubre y diciembre lo que altera los niveles de serotonina, melatonina y vitamina D en el cuerpo. Esto impacta en el estado de ánimo, la energía y la capacidad de concentración de una persona”, explica Yunue Cárdenas, coordinadora del HUB de psicología de Affor Health, empresa especializada en gestionar y mejorar la salud psicosocial de las personas en las organizaciones.

Explicó que en entornos laborales, el TAE suele pasar desapercibido, ya que se interpreta como desmotivación, lo que no sólo afecta a los colaboradores, sino que también merma la productividad de las organizaciones.

Dijo que aunque es difícil de diagnosticar, el TAE se manifiesta de manera evidente entre los colaboradores: el desgano reemplaza al entusiasmo, el cansancio persiste y la falta de concentración lleva a largos periodos de inactividad frente a la computadora.

Apuntó que estos síntomas pueden traducirse en ausentismo, disminución en la calidad del trabajo y un ambiente laboral tenso.

“Es fundamental que las empresas reconozcan la magnitud del TAE y no minimicen sus efectos. El primer paso para abordar el problema de manera efectiva es aceptar su existencia. Las organizaciones deben implementar estrategias para identificar a los colaboradores afectados y brindarles el apoyo necesario”, considera la especialista.

 

¿Cómo puedo saber si padezco TAE?

Checa estos síntomas para saber si estas afectado por el Trastorno Afectivo Estacional (TAE).

  • Incapacidad para concentrarse: La falta de enfoque puede llevar a tareas inconclusas, errores frecuentes y una disminución general en la eficiencia laboral.
  • Pérdida de interés en actividades cotidianas: Los colaboradores pueden retirarse de las interacciones sociales en el trabajo, afectando la colaboración y el ambiente laboral.
  • Alteraciones del ritmo circadiano: Las dificultades para dormir o, por el contrario, el exceso de sueño, pueden llevar a una menor energía durante las horas laborales, impactando negativamente en la productividad.
  • Aumento de peso: La falta de energía puede desencadenar hábitos poco saludables, como comer en exceso, lo que puede afectar la salud física y la capacidad de los colaboradores para mantener su rendimiento óptimo.

“Si bien, es posible identificar algunos de estos síntomas, es fundamental recurrir a un especialista en salud mental para un diagnóstico y tratamiento adecuados. El apoyo profesional puede ayudar a los colaboradores a comprender y gestionar el trastorno y esto, a su vez, reduce el ausentismo y la rotación de personal”.

 

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